Hace
tanto que no te visito que es posible que te hayas olvidado de mí.
De las tardes a escondidas aprendiéndonos cada surco de nuestros
labios. De los dedos curiosos que exploran cinturas y pechos. Has
vuelto a cortarte el pelo, erizado en la nuca como lo recordaba. Pero
acabo de ver un vistazo ansioso de tus ojos, y tras él el recuerdo
de aquella noche de fiesta. Sigue sin importar quién nos rodee: la
curva de tus pechos está escribiendo una sinfonía a la que yo
pienso poner el último movimiento.
Me encanta, ver cómo me miras
mientras me acerco, el calor que empieza a encenderse en tus
mejillas. No voy a empezar yo: dejaré que mis dedos recorran tu
clavícula mientras te beso la mandíbula. Quizá el baile nos vuelva
a encontrar juntas, la falda arremolinada en la cintura, los vaqueros
en las rodillas, tus manos sujetando mi pelo mientras te hago gemir.
Quizá esta vez encontremos unas sábanas que nos acojan, y pueda
recorrer tu piel con mi lengua, tentando, explorando, recorriendo.
Todo
depende de cómo respondas al saludo, preciosa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario