Quiero
treparte, morderte, saborearte. Arrancarte la camiseta sin
miramientos. Dejarme llevar por el fuego que irradia tu piel, cariño,
envolverme en él como un vestido y presentarme así sobre tu cama.
Deslizarme por las sábanas hasta llegar a tus brazos, y engañarte
una vez ahí para conseguir que nuestra piel se roce y despierte la
pasión que duerme entre tus dientes y mi cuello.
Déjame
recorrer tus labios con los dedos, dibujar el nombre de la perversión
en tu pecho con mi lengua, atrapar entre mis piernas tu curiosidad.
Hazme susurrar tu nombre... pero susurra tú el mío también,
cariño, y me encenderé al oír la palabra "deseo" cayendo
de tus labios a mis caderas. Átame a tus caricias y véndame los
ojos: te reto, porque cuando me desates el fuego se unirá a los
gemidos. Hazme bailar, y no habrá minutos suficientes en el reloj
para que el cansancio nos aplaste.
Y
al día siguiente...
Pero
cielo, ¿no es la noche muy joven para pensar en la mañana?
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